miércoles, 28 de julio de 2010

LAS CRÓNICAS DEL CHULOPI (Y II)

(Antonin la verdad que era de esos que no soportaba pasar desapercibido; y Leonard como Chuck, un cantante de "matices") Bueno, eskerrik asko animuengatik. Pero no pongáis esas fotos que carga el diablo...
Sigamos con el Chulopi. La verdad que uno (desde fuera) puede pensar que el curro de Chulopi está bien. Te ponas la bisera y las gafas de sol y a hacer como que miras. Pero hay muuuchos inconvenientes, y siguiendo las idas y venidas del Chulopi iremos viéndolos. El que hoy nos ocupa es uno crucial: ¿dónde se cambia el Chulopi? Pues, almas de cántaro, debeis saber que las urbanizaciones pijas de Odonopolis, hasta las muy requetepijas, dejan mucho que desear. El chulopi ha conocido cuchitriles inmundos, ha tenido que cambiarse en cuartos de las bicis, esperando que no llegara nadie a por la bici y verle en pelotas... vamos: cosas muy chungas. Pero, como dice la ley de Murphy, todo puede empeorar. Y hoy, que el Chulopi no encontraba su vestuario en una piscina nueva de Ayete, ha llamado al jefe para aclararse. Y el tema es que en un pino falso se escondía una garita txikitina, tan txiki que había que sacar fuera dos tumbonas para poder cambiarse. Un lugar célebre entre los socorristas (pero que el Chulopi no había tenido el placer) como "el cuarto de las arañas". No cuento el porqué para que mi chavala no me eche la bronca por contarlo todo. Baina, amatxo maitia. Menos mal que no soy escrupuloso. Putos ricos: ya se podían estirar un poco y poner una caseta txukun pal Chulopi. Dan ganas de llamar al Norkoreano y decirle que ponga el Googlemaps, y donde vea un charco azul en Odonopolis apriete en¡l botón. Porque es una cosa ciéntifica: donde se ve algo azul hay que poner: aquí viven hijoputas. Otro día hablaré de los puestos de vigilancia, que si no me muero de la mala hostia.
LL

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