miércoles, 29 de diciembre de 2010

El MITO, EL MITO

Bueno, dejando atrás mi alma oscura, vamos con el tema del mito que muy imprudentemente sacó la hija de Gadget. Y es que es curioso lo que dices, amatxito, eso de la complicación de "explicar" el Mito. ¿Cómo se puede explicar la explicación? o, ¿Cómo explicar la explicación si en su origen no había explicación? Me explico, valgan las mil redundancias. En su origen, lógos y mithos son exactamente lo mismo. En esto concuerdan Detienne, y el monje loco Duch amigo de Satantxi. También Martínez Marzoa (MM), que incluso une a estas palabras epos, con lo cual tenemos la triada mithos-logos-epos, tan característica de la Grecia Arcaica. El significado de estas palabras es el mismo: decir (legein). Un decir excelente, que no "produce" (poieî) un poema, ni un relato de..., ni un mito de..., ni una obra épica, sino las cosas mismas. Esto es lo que hace excelente al dicente (legon), esto es, al poietés. Eso que "produce" el poeta, eso que hace que cada cosa sea lo que es, ese decir, es el Mito también. Por eso, como dice MM, Tucídides llama a Heródoto logographos, el que escribe decires (o mitos), y él mismo, en el proemio de las Guerras del Peloponeso, dice que "va a escribir (syngraphein) la guerra" entre los peloponesios y atenienses, no a hacer una historíe (investigación) de la guerra. Aquí ya hay un cambio. MM: "En el Fedro de Platón, a Lisias, que es un típico syngrapheús o logográphos ("que escribe decires"), se le llama también poietés, mientras que no se llama syngraphés ni logographoi a los poietaí como Homero, Safo, Anacreonte o Píndaro." Aquí ya se empieza a deslindar el poeites y el logographos/syngraphos, que luego en el Helenismo serán poietes e hístor, poeta e historiador. Pero no hay diferencia en sí, el poietes es aquel que con la ayuda de las Musas intenta que no se olvide lo que es, sea este "es" la genealogía de los dioses, las edades del mundo; sea la guerra de aqueos y troyanos o la guerra entre los persas y los griegos. La alétheia (guk "egia" bezala itzulia) que etimológicamente es lo que se niega al lethes, al olvido. Eso que saca a la luz el decir excelente: el Mito.
La verdad..., no sé si me explico. Pero prometo explicaros mejor lo que dice MM, todavía estoy trabajando en el tema gau ta egun.
LL

martes, 28 de diciembre de 2010

el enano garrapata




Ante semejante sarta de ignominias -totalmente infundadas por otra parte, y motivadas fundamentalmente por pura envidia, propia de seres mediocres- considero que lo mejor es optar por el silencio y presentar mis cartas. .. el pobre little tiene todas las de perder en este juego. ¿Os acordáis del pequeñajo de "Érase una vez el hombre"? juas-juas-juas.




EXPEDIENTE FRAU EDO ZORRAK KITATZEN

Siempre que le busco algún precedente a nuestra Fräulein, buceo en las genealogías más oscuras del género humano, las Lucrecia Borgia, Livia la mujer de Augusto... Hasta tenía una nueva candidata, Erzsebet Bathory, o Isabelita la Condesa Sangrienta, que vivió en la Hungría del XVII, y que era tan gaixtua que la emparedaron en su mismo castillo de Catchtice después de una vida muy "peculiar". Y la dejaron así cuatro años hasta que la palmó, pero no por venganza, como se puede pensar, sino porque era prima del Gran Príncipe de Transilvania y por si acaso. Juas, juas. Como anillo al dedo, ene azukre koxkorra.
Pero luego me quedaba mirando el cuadro dela Condesa, o el busto de Livia o el retrato de la Borgia, y no se parece la muy condenada. Y el caso es que la tenía vista en alguna parte... baina non? Pues hace poco, después de trabajar duramente con las palabras hebréas de la Kábala, y hacer innumerables combinaciones a la luz de una vela, tuve la respuesta. No, peña, no la hemos visto en cuentos de terror de Bram Stoker (aunque hay que reconocer que recién levantada impone), ni en las páginas de la historia cruel. ¡La hemos visto en dibujos animados! Serio. Y si no fijaros en estas pistas: rubita, con coletas, marisabiondilla o marimaixtra, y llevando siempre el mismo libro que no es otro que "El libro de Frau". Conocido también con su otro nombre: La Verdad.

Y es que, ¿cómo adivinar el arcano? ¿Que nuestra Frau no era otra que era la hija del Inspector Gadget?

MOTZIN

sábado, 25 de diciembre de 2010

AVISO

No sé si sólo es puñalada de FRAU-SIN-DIÉRESIS, ese cruce entre Lucrecia Borgia y Lady Arabella March, o si todos pensáis que soy un chapas. Pero os aviso que da igual. Ahora soy hiperactivo, y no me bajaré del burro tan fácilmente. Y con menos razón si hablamos del tema del MITO. Ay, Fräulein, has metido la zanca con esa cita de Jaeger. Entre eso y la cólera que estoy velando como Aquiles el Pelida, tengo pa algunas entradas sobre mitología. Juas, juas. Como dicen los muyyaidin, has abierto las puertas del infierno. Con esa carita que tienes a la izquierda te vas a quedar!
LL

jueves, 23 de diciembre de 2010



Joder…que alguien pare al little, por favor, que nos va a petar el blog.. nadie tiene algún trabajo remunerado que ofrecerle para que no tenga tanto tiempo libre y haga algo de provecho? O por lo menos algo de voluntariado que tanto le gusta al chaval, así en vez de torturarnos va a hacer el bien solidario, que estamos en fechas. O si no, mira, motzin, dedícate a aprender alemán en vistas al futuro y así entenderás por qué Frau es sin diéresis y Fräulein con. Que a vosotros los analfabetos os parece que todo se escribe igual…
Juas, juas, zein gaiztua naizen e, little? Bueno, vale, y ahora para ser buena te admito que el cuento de Buzzatti es brutal. Irakurrita neukan zure aholkuak jarraituta, pa que veas.

Baina ni beste gauz batera nentorren…little lamb-en aurreko entradari jarraitzera alegia. Bueno, gaiaz aldatuko zut, baina personajea berbera da: gure Jaeger haundia.
Aspaldi da nik mitoaren kontzeptuarekin erdi-moskeatuta nabilela, ezpaitakit argi nola entendidu. Eta gainera, klasean, mythos-logosaren kontua azaldu beharrean nagoenean beti kriston iserdiak botazten ditut eta nere buruarekin hor ibiltzen naiz erdi burrukan, gauzak argitu nahiean.
Eta halako batetan ni holako diskisisiñoetan nenbilela, que si mitoa que si erlijioa, que si zientzia, filosofia eta haien arteko mugak ikusi nahiean, hara non irakurri nuen Jaeger-en azalpen polit bat…ez nau oraindik erabat konbentzitu eta jarraitzen dut nere zalantzekin (de paso, ondo legoke gaiaren inguruko debate bat zuekin…), baina oso adierazpen argiko gizona iruditu zait beti, eta beraz, hor doa:

No es fácil decir si la idea de los poetas homéricos, según la cual Océano es el origen de todas las cosas, difiere de la concepción de Tales que considera el agua como el principio originario del mundo; en todo caso, es evidente que coadyudó en ella la representación intuitiva del inagotable mar. En la Teogonía de Hesíodo reina en todas partes la expresa voluntad de una comprensión constructiva y la perfecta consecuencia en el orden racional y en el planteamiento de los problemas. Por otra parte, se halla todavía en su cosmología una fuerza inquebrantable de creación mitológica, que actúa todavía mucho más allá, al comienzo de la filosofía “científica”, en las doctrinas de los “físicos”, y sin la cual no sería posible concebir la prodigiosa actividad que se despliega en la creación de concepciones filosóficas del periodo más antiguo de la ciencia. El amor, el odio, las dos fuerzas naturales de unión y separación de la doctrina de Empédocles, tienen la misma estirpe espiritual que el eros cosmogónico de Hesíodo. El comienzo de la filosofía científica no coincide, así, ni con el principio del pensamiento racional ni con el fin del pensamiento mítico. Auténtica mitología hallamos todavía en el centro de la filosofía de Platón y de Aristóteles. Así, en el mito del alma de Platón o en la concepción aristotélica del amor de las cosas por el motor inmóvil del mundo.
Podríamos decir, parafraseando la afirmación de Kant, que la intuición mítica sin el elemento formador del logos es todavía “ciega”, y la concepción lógica sin el núcleo viviente de la originaria “intuición mítica” resulta vacía. Desde este punto de vista debemos considerar la historia de la filosofía griega como el proceso de progresiva racionalización de la concepción religiosa del mundo implícita en los mitos. Si lo imaginamos como una serie de círculos concéntricos que van desde la exterioridad de la periferia hasta la interioridad del centro, veremos que el proceso mediante el cual el pensamiento racional toma posesión del mundo, se desarrolla en forma de una penetración progresiva que va desde las esferas exteriores a las más profundas e íntimas, hasta alcanzar, con Platón y Sócrates, el punto central, es decir, el alma.

W.Jaeger, Paideia

WHY BUZZATI IS GOD

SIETE PISOS

Después de todo un día de viaje en tren, Giuseppe Corte llegó, una mañana de marzo, a la ciudad donde estaba una casa de salud. Tenía un poco de fiebre; sin embargo, quiso recorrer a pie el camino entre la estación y el hospital, llevando consigo su maletita.

Aunque sólo presentaba síntomas muy leves e incipientes, le habían aconsejado a Giuseppe Corte dirigirse al célebre sanatorio, especializado en esa enfermedad. Esto garantizaba una competencia excepcional de los médicos y la más racional eficacia de las instalaciones.


Cuando lo vio a lo lejos —y lo reconoció, puesto que ya lo había visto en una fotografía de una circular publicitaria—, Giuseppe Corte quedó gratamente impresionado. El blanco edificio de siete pisos estaba surcado de salientes arquitectónicas que le daban una vaga fisonomía de hotel. Alrededor del edificio había una larga fila de árboles altos.

Tras una sumaria visita médica, previa a un examen más minucioso, Giuseppe Corte fue instalado en un alegre cuarto del séptimo y último piso. Los muebles eran claros y pulcros, como la tapicería; los sillones eran de madera y los cojines estaban forrados de tela policroma. La vista se extendía sobre uno de los más hermosos barrios de la ciudad. Todo era tranquilo, hospitalario y confortante.

Giuseppe Corte se metió inmediatamente a la cama y, encendiendo la lamparita sobre la cabecera, empezó a leer un libro que había llevado consigo. Poco después entró una enfermera para preguntarle si necesitaba algo.

Giuseppe Corte no deseaba nada, pero de buen grado se puso a conversar con la joven, pidiéndole informaciones acerca de la casa de salud. Así se enteró de la extraña característica de aquel hospital. Los enfermos eran distribuidos piso por piso, de acuerdo a la gravedad. El séptimo, o sea el último, era para los casos muy leves. El sexto estaba destinado a los enfermos no graves, pero que necesitaban cuidado. En el quinto se curaban afecciones serias; y así, sucesivamente, de piso a piso. En el segundo estaban los enfermos muy graves; y en el primero, los desahuciados.

Este singular sistema, además de facilitar la rapidez del servicio, evitaba que un enfermo no grave pudiera ser turbado por la cercanía de un colega moribundo, y garantizaba en cada piso una atmósfera homogénea. Por otra parte, la curación podía graduarse perfectamente.

De todo esto resultaba que los enfermos estuvieran divididos en siete castas progresivas. Cada piso era como un pequeño mundo en sí mismo, con reglas particulares, con especiales tradiciones. Y puesto que cada sector estaba a cargo de un médico distinto, habíanse formado, aunque mínimas, algunas diferencias en los métodos de tratamiento, a pesar del sello fundamental que el director le había conferido al instituto.

Cuando la enfermera salió, Giuseppe Corte —pensando que la fiebre había desaparecido— se acercó a la ventana y miró hacia afuera, no para observar el panorama de la ciudad, que era incluso nueva para él, sino con la esperanza de ver, a través de las ventanas, a algunos enfermos de los pisos inferiores. La estructura del edificio, con grandes salientes, permitía ese tipo de observación. Giuseppe Corte concentró su atención, sobre todo, en las ventanas del primer piso, que parecían lejanísimas, oblicuas. Pero no vio nada de interesante. La gran mayoría de ellas estaban herméticamente cerradas por las grises persianas corredizas.

Corte descubrió a un hombre que lo miraba desde una ventana que estaba a su lado. Los dos se miraron durante cierto tiempo, con simpatía creciente, pero no sabían cómo romper el silencio. Finalmente, Giuseppe Corte se dio ánimo y dijo:

—¿Usted también lleva poco tiempo aquí?

—Oh, no —dijo el hombre—; estoy aquí desde hace dos meses...

Calló un momento, después del cual, no sabiendo cómo continuar la conversación, añadió:

—Estaba viendo a mi hermano, allá abajo.

—¿Su hermano?

—Sí —explicó el desconocido—. Llegamos aquí el mismo día. Es un caso realmente extraño; pero él ha ido empeorando. Él ya está en el cuarto.

—¿Qué cuarto?

—En el cuarto piso —aclaró el individuo, pronunciando las palabras con tal expresión de piedad y de horror, que Giuseppe Corte casi se espantó.

—¿Pero es que están muy graves los del cuarto piso?

—Preguntó con cautela.

—Dios mío —dijo el otro, moviendo lentamente la cabeza—; no están totalmente desesperados, pero no tienen ningún motivo para estar alegres.

—Pero entonces —preguntó aún Corte, con la graciosa desenvoltura de quien menciona cosas trágicas que no le conciernen—, si en el cuarto piso están muy graves, ¿a quiénes ponen en el primero?

—Ay, en el primer piso están los moribundos. Allí los médicos ya no tienen nada que hacer. Solamente está el sacerdote. Y, naturalmente...

—Pero deben de ser muy pocos —interrumpió Corte, como si le urgiera obtener una confirmación—; casi todos los cuartos están cerrados.

—Hay pocos ahora; pero esta mañana había muchos —respondió el desconocido, con una sonrisa sutil—. Donde las persianas están cerradas, alguien murió hace poco. ¿No ve que en los otros pisos están abiertos todos los postigos? Usted me perdone —agregó, retirándose lentamente—; me parece que empieza a hacer frío. Yo vuelvo a mi cama. Suerte, suerte...


El hombre desapareció de la ventana, cerrándola con energía, y se vio que encendió la luz. Giuseppe Corte se quedó en la ventana, inmóvil, mirando fijamente las persianas cerradas del primer piso. Las miraba con una intensidad morbosa, tratando de imaginar los secretos fúnebres de aquel primer piso terrible, donde confinaban a los enfermos que ya iban a morir. Y se sentía aliviado sabiéndose lejano de ese piso. Una por una fueron encendiéndose las ventanas del sanatorio; visto a lo lejos, habría podido pensarse que se trataba de un palacio de fiesta. Sólo en el primer piso, al fondo del precipicio, decenas y decenas de ventanas estaban ciegas y oscuras.

El resultado de la visita médica general tranquilizó a Giuseppe Corte. Habitualmente inclinado a prever lo peor, ya se había preparado para oír un severo diagnóstico, y no se habría asombrado si el médico le hubiera dicho que era necesario alojarlo en el piso inferior. La fiebre, en efecto, no había disminuido, a pesar de que las condiciones generales eran buenas. El médico, en cambio, le habló con palabras estimulantes y cordiales. Era una enfermedad incipiente —le dijo—; ésta existía, pero levísima. En dos o tres semanas, probablemente, su mal cedería.

—¿Seguiré, entonces, en el séptimo piso? —preguntó ansiosamente Giuseppe Corte a este punto.

—Pero naturalmente —le respondió el médico, palmeándole amistosamente el hombro—. ¿A dónde quería ir? ¿Tal vez al cuarto piso? —le preguntó riendo, como si quisiera aludir a la más absurda de las hipótesis.

—Mejor así, mejor así —dijo Corte—. Usted sabe que los enfermos siempre imaginamos lo peor...

Y Giuseppe Corte siguió en el cuarto que le habían asignado originalmente. Empezó a conocer a algunos de sus compañeros de hospital, durante algunas escasas tardes que le permitían levantarse. Siguió escrupulosamente el tratamiento, poniendo todo su empeño en curarse rápidamente; sin embargo, parecía que sus condiciones continuaban estacionarias.

Habían pasado ya unos diez días cuando el jefe de enfermeros se le presentó a Giuseppe Corte. Se veía obligado a pedirle un favor, con carácter solamente amistoso. Al día siguiente llegaría al hospital una señora con dos niños; dos cuartos estaban libres, precisamente al lado de la suya, pero faltaba un tercero. ¿El señor Corte estaría dispuesto a trasladarse a otro cuarto, igualmente confortable?

Como es natural, Giuseppe Corte no opuso ninguna dificultad. Cualquier cuarto le daba lo mismo. Le podría tocar alguna otra enfermera, más bonita todavía.

—Se lo agradezco mucho —dijo el jefe de enfermeros del séptimo piso, con una ligera inclinación—. Le confieso que no me extraña ver en usted un acto tan gentil y caballeresco. Dentro de una hora, si usted no dispone otra cosa, procederemos con su traslado. Debo decirle que hay necesidad de llevarlo al piso de abajo —agregó con voz atenuada, como si se tratara de un detalle carente de importancia—. Desgraciadamente, en este piso no hay más cuartos libres. Pero se trata de algo absolutamente provisional. Tan pronto quede libre otro cuarto, y creo que será dentro de dos o tres días, usted podrá volver a este piso.

—Le confieso —dijo Giuseppe Corte, para demostrarle que él no era un niño—, le confieso que un traslado de este tipo no me agrada en lo más mínimo.

—Pero si este traslado no se debe a ningún motivo médico. Entiendo muy bien lo que usted quiere decir. Se trata únicamente de ser cortés con esa señora, que prefiere no alejarse de sus niños... ¡Por favor —agregó riendo abiertamente—, ni siquiera se le ocurra que existan otras razones!

—Puede ser... —dijo Giuseppe Corte—. Pero a mí me parece señal de mal agüero.

El señor Corte fue pasado al sexto piso, y aunque estuviera convencido de que el traslado no correspondía a un empeoramiento del mal, le disgustaba pensar que entre él y el mundo normal, el de la gente sana, se interpusiera ya un evidente obstáculo. En el séptimo piso, punto de llegada, se estaba en cierto modo en contacto con el consorcio de los hombres; esto podía considerarse incluso como una prolongación del mundo habitual. Pero en el sexto se entraba al cuerpo auténtico del hospital. Ahí la mentalidad de los médicos, de las enfermeras y de los enfermos mismos era diferente. De hecho, era cosa admitida que ese piso albergaba a verdaderos enfermos, aunque no graves. Desde las primeras conversaciones con los vecinos de cuarto, con el personal y con los enfermeros, Giuseppe Corte se dio cuenta cómo en esa sección consideraban el séptimo piso como una cosa de juego, reservada a los enfermos primerizos, aquejados solamente de sus chifladuras. Únicamente desde el sexto, por decirlo de alguna manera, la cosa empezaba en serio.

De cualquier modo, Giuseppe Corte comprendió que para volver al séptimo —al lugar que le correspondía de acuerdo a las características de su mal—, encontraría dificultades. Para subir de nuevo debería poner en movimiento a todo un organismo muy complejo. No cabía duda de que si él no hubiera chistado, nadie habría pensado en transferirlo al piso superior, al de los casi-sanos.

Por lo tanto, Giuseppe Corte se propuso no transigir acerca de sus derechos y de no ceder ante las lisonjas de la costumbre. Le interesaba mucho especificar a sus compañeros de sección que él se hallaba ahí sólo por unos días, que había sido él quien decidió descender un piso para darle gusto a una señora, y que apenas se desocupara un cuarto regresaría al piso superior. Los otros lo escuchaban sin interés y asentían con escasa convicción.

El convencimiento de Giuseppe Corte halló plena confirmación en el juicio del nuevo médico. Éste admitió también que Giuseppe Corte podía ser admitido nuevamente en el séptimo piso; su caso era ab-so-lu-ta-men-te muy-leve —y escandía tal definición para darle importancia—; pero en el fondo consideraba que en el sexto piso podía ser curado mejor.

—No empecemos con estos cuentos —intervenía en esos momentos el enfermo, con mucha decisión—. Usted me ha dicho que mi lugar está en el séptimo piso, y quiero regresar.

—Nadie ha dicho lo contrario —rebatía el doctor—. Yo solamente le daba un simple consejo, no de doctor, sino de au-tén-ti-co a-mi-go. Su caso, insisto, es levísimo, y no sería una exageración decir que usted no está enfermo; sólo que, según yo, su caso se distingue de otros casos análogos por una cierta y mayor extensión. Me explico: la intensidad del mal es mínima, pero considerable su amplitud, el proceso destructivo de las células —era la primera vez que Giuseppe Corte oía en el hospital aquella siniestra expresión—; el proceso destructivo de las células se halla totalmente en su principio, quizá ni siquiera ha comenzado; pero tiende, digo solamente tiende, a afectar al mismo tiempo vastas porciones del organismo. Solamente por esto, según yo, usted puede ser curado con mayor eficacia aquí, en el sexto, donde los métodos terapéuticos son más típicos e intensos.

Un día le contaron que el director general de la casa de salud, tras de haber consultado largamente a sus colaboradores, había decidido un cambio en la subdivisión de los enfermos. El grado de cada uno de ellos había sido rebajado, por así decirlo, en medio punto. Se convino que en cada piso los enfermos estarían divididos, de acuerdo a su gravedad, en dos categorías (esta subdivisión debían de hacerla los propios médicos, con un carácter exclusivamente interno). La inferior de estas dos mitades debería trasladarse a un piso inmediatamente más bajo. Por ejemplo, la mitad de los enfermos del sexto piso, los que presentaran casos clínicos ligeramente más avanzados, deberían pasar al quinto; y los casos más graves del séptimo piso deberían pasar al sexto. La noticia complació a Giuseppe Corte, porque en ese complejo cuadro de traslados su retorno al séptimo piso se lograría con menor dificultad.

Cuando se lo comentó a la enfermera, su esperanza sufrió una amarga sorpresa. Ella le dijo que lo iban a trasladar; pero no al séptimo, sino al piso de abajo. Por motivos que la enfermera no sabía explicarle, él estaba incluido en la mitad más “grave” de los pacientes del sexto piso, por lo cual, iban a bajarlo al quinto.

Habiendo superado la sorpresa, ésta se convirtió en furor. Dijo a gritos que lo estaban estafando; que ya no quería seguir oyendo nada acerca de traslados a pisos inferiores; que regresaría a su casa; que los derechos eran los derechos y que la administración del hospital no debería desacatar tan descaradamente los diagnósticos de los doctores.

Mientras aún estaba gritando, llegó el médico, para tranquilizarlo. Lo aconsejó calmarse, si no quería que la fiebre le aumentara; le explicó que todo se debía a un malentendido, por lo menos parcial. Admitió una vez más que Giuseppe Corte podría estar en su justo lugar en el séptimo piso, pero agregó que consideraba su caso clínico bajo un concepto ligeramente diverso, muy personal. Muy en el fondo, su enfermedad podía, en un cierto sentido, desde luego, considerarse de sexto grado, dada la amplitud de las manifestaciones morbosas. Sin embargo, él mismo no lograba explicarse cómo Corte se hallara catalogado en la mitad inferior del sexto piso. Probablemente, el secretario de la dirección —que precisamente esa mañana le había telefoneado para preguntarle la exacta posición clínica de Giuseppe Corte—, se había equivocado en la trascripción. O quizá la dirección había “empeorado” deliberadamente, pero no mucho, su juicio, ya que lo consideraban como un médico competente, pero proclive a la indulgencia. El doctor, en fin, le aconsejó a Giuseppe Corte que no se inquietara, que aceptara sin protestas el traslado. Lo que contaba era la enfermedad, no el lugar en que colocaban a un enfermo.

En lo referente a la curación —agregó todavía el médico—, Giuseppe Corte no tendría motivo para lamentarse; el doctor del quinto piso tenía ciertamente mayor experiencia; era indudable que la habilidad de los médicos iba ascendiendo —al menos a juicio de la dirección— conforme se descendía de piso en piso. Su cuarto sería igualmente cómodo y elegante. La vista era igualmente espaciosa; solamente del tercer piso hacia abajo la visual estaba obstaculizada por los árboles.

Giuseppe Corte, presa de la fiebre vespertina, escuchaba y escuchaba las meticulosas justificaciones con un cansancio progresivo. Al fin se daba cuenta de que le faltaba la fuerza y, sobre todo, las ganas de reaccionar ulteriormente contra el injusto traslado. Y sin protestar ya, dejó que lo llevaran al piso de abajo.

El único y pobre consuelo de Giuseppe Corte, tan pronto se halló en el quinto piso, fue el hecho de saber que, según el juicio común de los médicos, era considerado como el menos grave de esa sección. En el ámbito de ese piso, en fin, él podía considerarse, sin lugar a dudas, el más afortunado. Pero por otra parte, lo atormentaba el pensamiento de que ahora se interponían dos barreras entre él y el mundo de la gente normal.

Al avanzar la primavera, el aire tornábase más tibio; pero a Giuseppe Corte ya no le gustaba asomarse a la ventana. Si bien semejante temor no fuera sino una tontería, él sentía que un extraño escalofrío se apoderaba de él cuando miraba las ventanas del primer piso, siempre cerradas en su gran mayoría, y cada vez más cercanas.

Su enfermedad parecía estacionaria. Después de tres días de permanencia en el quinto piso, apareció en su pierna izquierda una especie de eczema que no dio trazas de reabsorberse en los días sucesivos. Era una afección —le dijo el médico— absolutamente ajena a la enfermedad principal; un disturbio que podía presentársele a la persona más sana del mundo. Para eliminarlo en pocos días, era necesario un intenso tratamiento de rayos gamma.

—¿Hay aquí ese tipo de rayos? —preguntó Giuseppe Corte.

—Por supuesto —respondió complacido el médico—. Nuestro hospital cuenta con todo. Existe sólo un inconveniente .. .

—¿Cuál? —preguntó Corte con un vago presentimiento.

—Lo llamo inconveniente sólo por llamarlo de alguna manera —se corrigió el doctor—. Quería decir que la instalación de los rayos la tenemos solamente en el cuarto piso, y yo le desaconsejaría bajar y subir tres veces al día semejante trayecto.

—¿Entonces, qué vamos a hacer?

—Lo mejor sería que usted se dignara bajar al cuarto piso, pero únicamente mientras dure el tratamiento.

—¡Basta! —gritó exasperado Giuseppe Corte—. ¡Ya estoy harto de seguir bajando! ¡Y no pienso bajar, aunque reviente!

—De acuerdo, como usted crea conveniente —dijo el médico, conciliador—. Pero como médico a su cargo, no olvide que le prohíbo ir allá abajo tres veces al día.

Lo peor de todo fue que el eczema, en vez de atenuarse, siguió ampliándose lentamente en los días sucesivos. Giuseppe Corte no lograba serenarse y continuaba revolviéndose en el lecho. Permaneció así, rabioso, durante tres días, hasta que tuvo que ceder. Espontáneamente le pidió al doctor que le aplicaran el tratamiento de los rayos y que lo transfirieran al piso inferior.

En su nuevo piso, Corte observó, con inconfesado placer, que él representaba una excepción. Los demás enfermos de la sección se hallaban en condiciones decididamente serias y no podían dejar el lecho ni un solo minuto. Él, en cambio, podía darse el lujo de ir a pie, desde su cuarto, a la sala de los rayos, entre el asombro y las felicitaciones de las enfermeras.

Giuseppe le precisó a su nuevo médico, con insistencia, su posición tan especial. Era un enfermo que, en realidad, tenía todo el derecho de estar en el séptimo piso, pero que ahora estaba en el cuarto. Al terminar el tratamiento con los rayos, él consideraba que volvería al piso superior. Y no pensaba admitir ya ninguna nueva excusa. Él, que podría estar aún en el séptimo piso, legítimamente.

—¡En el séptimo, en el séptimo! —exclamó sonriendo el médico que acababa de auscultarlo—. Ustedes, los enfermos, son siempre muy exagerados. Soy yo el primero en decir que usted puede estar contento de su estado, después de haber visto su tabla clínica; no se registran empeoramientos graves. Pero de esto a hablar del séptimo piso, y perdone mi brutal sinceridad, ¡hay una gran diferencia! Usted es uno de nuestros pacientes menos preocupantes; ¡pero es de cualquier modo un enfermo!

—¿Y entonces...? —dijo Giuseppe Corte, con la cara enrojecida—. ¿Usted en qué piso me colocaría?

—Por Dios, no es fácil decirlo. Yo únicamente le he hecho una breve visita. Para poder pronunciarme sería necesario observarlo durante una semana por lo menos.

—Está bien —insistió Corte—. Dentro de poco usted lo sabrá.
A fin de tranquilizarlo, el médico fingió concentrarse un momento en meditación; luego, asintiendo con la cabeza a sí mismo, dijo lentamente:

—¡Dios mío! Sólo por darle gusto... Pero podríamos colocarlo en el sexto. ¡Sí, sí! —agregó, como persuadiéndose a sí mismo—. En el sexto podría estar bien.

El doctor creía que esas palabras tranquilizarían al enfermo. En el rostro de Giuseppe Corte, en cambio, se extendió una expresión de susto. El enfermo se daba cuenta de que los médicos de los pisos superiores lo habían engañado. Este nuevo médico, evidentemente más experimentado y honesto, que le hablaba con sinceridad, sin lugar a dudas, ¡lo asignaba no al séptimo, sino al quinto piso, y quizás al quinto inferior! La inesperada desilusión dejó postrado a Corte. Esa tarde, la fiebre aumentó sensiblemente.

La permanencia en el cuarto piso señaló el periodo más tranquilo pasado por Giuseppe Corte desde su ingreso en el hospital. El médico era un hombre muy simpático, solícito y cordial. A menudo se quedaba durante horas conversando sobre temas muy diversos. Giuseppe Corte conversaba también de buen grado, eligiendo argumentos concernientes a su habitual vida de abogado y de hombre de mundo. Quería persuadirse de que pertenecía aún al consorcio de los hombres sanos, de que estaba ligado todavía al mundo de los negocios, de que le interesaban realmente los acontecimientos públicos. Lo intentaba, pero sin lograrlo. Invariablemente, la conversación acababa siempre por caer en el tema de la enfermedad.


El deseo de un mejoramiento cualquiera se había vuelto una obsesión para Giuseppe Corte. Desgraciadamente, los rayos gamma, si bien es cierto que habían logrado detener la expansión del eczema, no habían eliminado la afección cutánea. Todos los días hablaba de esto Giuseppe Corte con el médico, y se esforzaba en estos coloquios para mostrarse fuerte, y aun irónico, pero sin lograrlo.


—Dígame, doctor —le dijo un día—: ¿cómo va el proceso destructivo de mis células?

—¡Oh, no diga palabras tan feas! —lo regañó el doctor, bromeando—. ¿Dónde las aprendió? ¡Eso no está bien, no está bien; sobre todo en un enfermo! No quiero volver a oír tales palabras.

—Está bien, de acuerdo —objetó Corte—. Pero no me ha respondido.

—Ah, le responderé inmediatamente —dijo el doctor, cortésmente—. El proceso destructivo de las células, repitiendo su horrible expresión, es, en su caso, mínimo. Pero me atrevería a definirlo como obstinado.

—Obstinado... ¿Crónico, quiere decir?

—No me haga decir lo que yo no he dicho. He dicho solamente obstinado. Pero así son estos casos en su mayoría. Incluso afecciones muy leves requieren a menudo tratamientos largos y enérgicos.

—Pero dígame usted, doctor, ¿cuándo podré esperar una mejoría?

—¿Cuándo? En estos casos, son más bien difíciles... Pero escúcheme bien —añadió después de una pausa meditativa—. Veo en usted un verdadero afán de curarse... Si yo no tuviera miedo de hacerlo enojar, ¿sabe qué le aconsejaría?

—Dígamelo, doctor...

—Muy bien, le planteo la cuestión en términos muy claros. Si yo aquejado de esta enfermedad, incluso en forma muy tenue, llegara a este sanatorio, que es quizá el mejor que existe, me haría colocar espontáneamente y desde el primer día, desde el primer día, ¿me entiende?, en uno de los pisos más bajos. Haría que me llevaran nada menos que al...

—¿Al primero? —sugirió Corte, con una sonrisa forzada.

—¡Claro que no! ¡Al primero, no! —respondió irónicamente el médico—. ¡Nada de esto! Al tercero o al segundo, desde luego. En los pisos inferiores los tratamientos son mejores, se lo garantizo; las instalaciones y los equipos son más potentes y completos, el personal está mejor capacitado. ¿No sabe usted quién es el alma de este hospital?

—¿No es el profesor Dati?

—El profesor Dati, ni más ni menos. Es el inventor del tratamiento que aplicamos aquí, él proyectó totalmente esta casa de salud. Pues bien; él, el maestro, se halla, por decirlo de alguna manera, entre el primero y el segundo piso. De ahí irradia su fuerza directiva. Pero su influjo no llega más allá del tercer piso, se lo aseguro; podría decirse que sus órdenes se desmenuzan mientras más ascienden, que pierden consistencia, se desvían. El corazón del hospital está abajo, y es necesario estar abajo para tener los mejores tratamientos.

—En fin, usted me aconseja... —observó Giuseppe Corte con voz temblorosa—. Entonces, usted me aconseja...

—Añada una cosa —dijo el doctor, impertérrito—, añada que en su caso particular hay que tener cuidado en que el eczema debe eliminarse. Una cosa sin mayor importancia, convengo en ello, pero muy molesta y que a la larga podría deprimir su moral. Y usted sabe cuan importante es para la curación la tranquilidad del espíritu. Las aplicaciones de rayos que le he hecho han fructificado sólo parcialmente. ¿Por qué? Puede ser que se trate únicamente de una casualidad; pero también puede deberse a que la cantidad de rayos no sea suficientemente intensa. Pues bien, en el tercer piso los aparatos de rayos son más potentes. Las probabilidades de curar su eczema serían mucho mayores. Considere que una vez encaminada la curación, se habrá dado el paso más difícil. Cuando se empieza a agravar, es difícil volver atrás. Cuando usted se sienta de veras mejor, entonces nada impedirá que usted vuelva a subir acá con nosotros, o incluso más arriba, de acuerdo a sus méritos, hasta llegar al quinto, al sexto o incluso hasta el mismo séptimo piso, me atrevo a decir...

—¿Pero usted cree que esto puede acelerar la curación?

—Desde luego, sin lugar a dudas. Le he dicho lo que haría yo si estuviera en su lugar.

El doctor le hablaba de estas cosas todos los días. En fin, llegó el día en que el enfermo, cansado de padecer el eczema y no obstante la instintiva renuencia a bajar de piso, decidió seguir el consejo del médico y se trasladó al piso de abajo.


Estando en el tercer piso, notó inmediatamente en esa sección una especial alegría tanto en el médico como en las enfermeras, aunque allí se hallaran en tratamiento enfermos con casos preocupantes. No le pasó desapercibido que esa alegría iba aumentando con el paso de los días. Intrigado, después de tomar confianza con la enfermera, le preguntó el motivo por el cual todos estaban tan contentos.

—Ah, ¿no lo sabe? —respondió la enfermera—. Dentro de tres días saldremos de vacaciones.

—Aja, ¿se van de vacaciones?

—Desde luego. Durante quince días, el tercer piso se cierra y el personal se va a descansar. El descanso le toca por turno a cada uno de los pisos.

—¿Y qué hacen con los enfermos?

—Puesto que hay relativamente pocos, de dos pisos se hace uno solo.

—¿Reunirán a los enfermos del tercero y del cuarto?

—No, no —corrigió la enfermera—. Del tercero y del segundo. Los que están aquí deberán ir al segundo.

—¿Bajar al segundo? —dijo Giuseppe Corte, pálido como un muerto—. ¿Debo yo bajar al segundo?

—Claro que sí. ¿Qué tiene de extraño? Usted volverá a este cuarto dentro de quince días, cuando volvamos. No hay ninguna razón para asustarse.

Sin embargo, Giuseppe Corte —ya que un misterioso instinto lo advertía, se sintió invadido de un miedo cruel. Mas viendo que no podía retener al personal que se iría de vacaciones, y convencido de que el nuevo tratamiento con rayos más intensos le hacía bien —pues el eczema ya casi había sido eliminado completamente—, Corte no se atrevió a oponerse formalmente al nuevo traslado. Exigió, sin embargo, ignorando las guasas de las enfermeras, que colocaran en la puerta de su nuevo cuarto un cartelito con esta leyenda: Giuseppe Corte, del tercer piso. De paso. Una cosa semejante no tenía precedentes en la historia del sanatorio, pero los médicos no se opusieron, pensando que en un temperamento como el de Corte la más pequeña de las contrariedades pudiera provocar una gran conmoción.

Se trataba, en el fondo, de esperar quince días, ni más ni menos. Giuseppe Corte se puso a contarlos con avidez obstinada, y se quedaba en la cama horas enteras, inmóvil, con la mirada fija en los muebles que, en el segundo piso, no eran tan modernos y alegres como en las otras secciones superiores, sino que asumían dimensiones mayores, con líneas más solemnes y severas. De vez en cuando aguzaba el oído, pues le parecía desde el piso de abajo, el piso de los moribundos, la sección de los condenados, oír vagos estertores de agonías.

Naturalmente, todo esto contribuía a desanimarlo. La disminuida serenidad parecía estimular a la enfermedad, la fiebre tendía al aumento, la debilidad general aumentaba. Estaban ya en pleno verano, y desde la ventana no podían verse las casas ni los tejados de la ciudad, sino solamente la verde muralla verde de los árboles que circundaban el hospital.

Siete días después, hacia las dos de la tarde, entraron de improviso tres enfermeros y el jefe de éstos, empujando una camilla rodante.

—¿Estamos listos para el traslado? —le preguntó en son de chanza bonachona el jefe de enfermeros.

—¿Qué traslado? —preguntó con voz desalentada Giuseppe Corte—. ¿Qué bromas son éstas? ¿Qué no vuelven dentro de siete días los del tercer piso?

—¿Cuál tercer piso? —dijo el jefe de enfermeros, como si no entendiera—. Me han ordenado llevarlo al primer piso; mire... —y le mostró una hoja de papel impresa, con la orden firmada nada menos que por el mismo profesor Dati.

El terror y la rabia infernal de Giuseppe Corte explotaron entonces en fuertes y airados gritos que invadieron toda la sección.

—¡Calma, calma, por caridad! —suplicaron los enfermeros—. ¡Hay enfermos que no se sienten bien! Pero se necesitaba algo más para calmarlo.

Finalmente, acudió el médico que dirigía esa sección, una persona muy gentil y educada. Pidió explicaciones al jefe de enfermeros, miró el papel firmado, habló con Giuseppe Corte. Luego se dirigió encolerizado al jefe de enfermeros; le dijo que se trataba de un error, que él no había dispuesto nada de ese género; que desde hacía tiempo había una intolerable confusión y que no podía estar al tanto de todo... En fin, después de poner en su lugar al dependiente, se dirigió de nuevo al enfermo, cortésmente, y le ofreció encarecidas disculpas.

—Desgraciadamente... —agregó el médico—, desgraciadamente, el profesor Dati salió hace una hora y no volverá sino hasta dentro de dos días, porque solicitó una licencia. Lo siento mucho, pero sus órdenes no pueden transgredirse. Él será el primero en lamentar semejante error... ¡Se lo aseguro! ¡No entiendo cómo pudo haber sucedido!

Un escalofrío estaba sacudiendo ya a Giuseppe Corte. Se había esfumado su capacidad de autodominio. El terror lo arrollaba como a un niño. Sus sollozos, lentos y desesperados, repercutían en el cuarto.

Y así llegó a la última estación, a causa de un error, execrable. ¡Él, en la sección de los moribundos; él, que en el fondo por la gravedad de su mal según el juicio de los médicos más severos, tenía todo el derecho de estar instalado en el sexto, si no en el séptimo! La situación era tan grotesca, que en ciertos momentos Giusseppe Corte sentía ganas de ponerse a carcajear desenfrenadamente

Extendido en el lecho, mientras la calurosa tarde de verano transcurría lentamente sobre la gran ciudad, él miraba el verdor de los árboles a través de la ventana, con la impresión de haber llegado a un mundo irreal, hecho de absurdas paredes y baldosas esterilizadas. de pasillos helados y mortuorios, de blancas figuras humanas sin alma. Creyó incluso que los árboles que distinguía a través de la ventana no eran verdaderos; y acabó por convencerse de esto al notar que no se movían las hojas de los árboles. Esta idea lo estremeció de tal modo, que tocó el timbre para llamar a la enfermera. Al acudir ésta, le pidió sus lentes de miope, lentes que nunca usaba estando en cama. Sólo entonces pudo tranquilizarse un poco. Con la ayuda de los lentes pudo cerciorarse de que los árboles eran verdaderos y de que las hojas, aunque levemente, de vez en cuando se movían al paso del viento.

Después de salir la enfermera, pasó un cuarto de hora en completo silencio. Seis pisos, seis murallas terribles aplastaban con implacable peso a Giuseppe Corte, a causa de un error administrativo. ¿En cuántos años, sí, era menester pensar en años, en cuántos años lograría volver hasta el borde de aquel precipicio?

¿Por qué razón el cuarto se oscurecía de repente? Si la tarde se hallaba en plenitud. Con un esfuerzo supremo Giuseppe Corte, que se sentía paralizado por un extraño torpor, vio el reloj que estaba sobre el buró, a un lado de la cama. Eran las tres y media. Volvió la cabeza hacia otra parte, y vio que las persianas corredizas, obedientes a una orden misteriosa, descendían lentamente, cerrándole el paso a la luz.

martes, 21 de diciembre de 2010

JAEGER EDO FILOSOFIAREN HISTORIALARIA

Hemen duzuen hau da Werner Jaeger handia (1888-1961), Fräuren kuttuna, eta nirea ere bai. Portzierto, mon amour, gustu hobea duzu filosofia liburuetarako ipuinetarako baino. Juas, juas. Baina Jaegerrenganako kerentzia hori ezinhobea da. Bueno, ez dakizuenentzat, tipo hau da Grezia zaharrari buruz idatzi diren hiru liburu hoberenen egilea. La teología de los primeros filósofos griegos, Aristóteles eta, noski, Paideia, obra monumental bezain gomendagarria, Fräutxok laminek bere urrezko orrazia bezala gordetzen duena. Ni orain Aristotelesenari kozkaka nabil, eta tipoak egiten du Estagirako gizonaren ibilbide intelektuala, eta baita bere inguruan zebiltzan ideia eta pentsadoreen eraginena beragan. Hau da, filosofiaren historia.
Zain gai interesgarria hau! Eta zein gutxitan landu dena! Filosofiaren historiarena diot. Zeren eta iruditzen zaigu askotan edo etengabeki egiten dela, edozeinek aurreko izen ponposoak zitatzen dituenean guztietan. Horren adibide finenak izango lirateke Hegelen Zientzia filosofikoen entziklopedia edo Heideggerren Nietzsche izeneko bi ladriluak. Baina ez. Ez dira, ez hauek eta ez antzekoak "filosofiaren historia" generioan sartzekoak. Baizik "filosofiaren" ur handietan. Zein den diferentzia? Ba malinterpretazioa. Gaizkiulertzea. Izan ere, filosofoak ez du bere aurrekoak lantzeko esfortzu berezirik egiten. Bestela ezingo lituzke baztertu. Zentzu hau sendotzera dator Zizeken testutxo hau:
"Como ha señalado Alain Badiou, la filosofía es inherentemente axiomática, es el despliegue consecuente de una intuición fundamental. Y, en consecuencia, todos los grandes "diálogos" de la historia de la filosofía han sido otros tantos malentendidos: Aristóteles malentendió a Platón, Tomás de Aquino malentendió a Aristóteles, Hegel malentendió a Kant y Schelling, Nietzsche malentendió a Cristo, Heidegger malentendió a Hegel... Precisamente, cuando un filósofo ha ejercido una influencia capital sobre otro, esta influencia se ha basado sin excepción en una mala interpretación fecunda."
Eta zer den malinterpretazio hau ondo ulertzen da Jaegerren lanarekin konparatzen badugu. Bera filologoa zen, eta literatura genero horren putoamua gainera. Pentsa: 26 urte zituela eman zioten Basileako unibertsitateko filologia katedra, hain zuzen ere mende erdi bat lehenago Friedrich Nietzsche izeneko tipo batek ere oso gaztetan jaso zuena. Bere liburuetan ez dira soilik izen handiak azaltzen, baizik eta handi horien atzean dauden txikiak, Akademia edo Lizeoko beste pertsonaje garrantzitsuak; lantzen ziren beste zientzien adituak, matematikan, medizinan, poesian, zientzia naturaletan; baita filosofo ezagunen eramale eta finkatzaile izan diren filosofo txikiak, neoplatoniko, gnostiko edo lehenengo kristau edo ertaroko eskolastikoak, zeinak askotan aldatu egin baitute hitz askoren zentzua. Eta errotik aldatu filosofiaren norabidea. Finean, benetako filosofiaren historia, eta ezin gustorago irakurtzen dena.
Ezin bukatu adibidetxo bat jarri gabe, amu gisan. Platonen teoria ezagun bati buruz: arimaren hilezkortasuna, eta nolatan Aristotelesek gero aldatuko duen bere erara:

"Temistio, o su fuente, atribuye, en efecto, al Fedón la secreta intención de hacer eterno exclusivamente el Nus (gogoa/mente), pero aquí confunde la intención de los argumentos de Platón con sus consecuencias. Los mitos del castigo de los pecados y de la recompensa de las almas en la otra vida implican inevitablemente la supervivencia del "alma entera", mientras que pierden todo su sentido aplicados al Nus de Aristóteles. No se puede negar, sin embargo, que las más "serias" de las pruebas del Fedón prueban la eternidad de la razón exclusivamente, por ejemplo, la de la reminiscencia y la del parentesco del alma con Dios. El hecho es que Platón no distinguió claramente en sus diáologos los dos problemas, que se dominaron por primera vez en las discusiones de la Academia de donde salió la cauta fórmula posterior de Aristóteles. En el fedón todavía podemos distinguir claramente las corrientes originales de pensamiento que se unieron en la religión de la inmortalidad de Platón. Una viene de las especulaciones anaxagóricas sobre el puro Nus; este descansaba en una apoteosis de la razón científica, constituyendo el sumo emblema filosófico del racionalismo del siglo V. La otra corriente es de opuesto origen. Surge de la fe órfica en otra vida, de la religión catártica que predica el arrepentimiento y la purificación, a fin de que el alma (psikhé) pueda evitar los más terribles castigos en el más allá. En esto no hay especulación; es el sentimiento ético y religioso de la independencia e indestructibilidad de la esencia del alma. En Platón se soldaron estas dos corrientes en una visible unidad. Esta unidad estaba basada, sin embargo, no en un real parentesco de sus elementos, sino en la maravillosa combinación de claridad racional y férvido anhelo religioso que era el alma de Platón. Puesta a prueba por el intelecto analítico, se rompe de nuevo la creación en sus partes originales."

LL

domingo, 19 de diciembre de 2010

ARROTZA

Gaur ama hil da. Edo atzo; ez dakit. Telegrama bat jaso nuen zaharretxetik: “Ama zendua. Lurperatzea bihar. Doluminak.” Baina ez du ezer esan nahi. Atzo izan zitekeen.

Zaharren egoitza Marengon dago, Argeldik laurogei kilometrora. Autobusa ordubietan hartu eta arratsalderako iritsiko naiz. Era horretan gorpua gaubelatu ahalko dut eta bihar gauerako izango naiz hemen. Bi egun eskatu nizkion nire nagusiari eta neurri hontako aitzakia batekin ezin izan zizkidan ukatu. Baina ez zuen kontentu itxura. Esan nion: “Ez da nire errua.” Berak ez zuen erantzun. Horrelakorik esan behar ez niola pentsatu nuen orduan. Azken finean, ez nuen zertan barkamena eskatu. Are gehiago: berari zegokion doluminak ematea. Baina bihar emango dizkit dudarik gabe, lutoz jantzita ikusten nauenean. Oraingoz, ama hil ez dela dirudi pixka bat. Lurperatzea eta gero, ordea, kontu amaitua izango da eta denak hartuko du tankera ofizialagoa.

Ordubietan hartu nuen autobusa. Bero handia egiten zuen. Celeste-renean, ohi dudan moduan. Denak penatu ziren nitaz, eta Celestek esan zidan: “Ama, ama da”. Banindoala-eta, ateraino lagundu zidaten. Pixka bat aztoratuta senti nuen nire burua, zeren Manuelen logelara igo beharra izan nuen korbata eta besoko beltz bat utz ziezadan. Manuelek osaba galdu zuen duela hilabete gutxi.

Autobusa hartzeko korri egin nuen. Logale nintzen presa eta korrika saioagatik, baita bozinazo, gasolina usain eta zeruaren dizdiragatik ere. Ia bidai osoa pas nuen lotan. Esnatzean, burua nuen militar baten sorbaldan jarria, zeinak parra egin eta urrutitik al nentorren galdetu zidan. “Bai” esan nion gehiago ez hitzegiteko.

Zaharren egoitza herritik bi kilometrora dago. Oinez egin nuen bidaia. Ama ikusi nahi nuen lehenik. Baina atezainak esan zidan derrigor nuela, lehenengo, zuzendariarekin egon. Lanpetuta baitzen, une batez itxaron nuen. Bitartean hizketan aritu zen atezaina, eta segituan zuzendaria etorri zen. Bere bulegora hartu ninduen. Ohorezko legiodun aguretxo bat zen. Bere begi argiekin begiratu zidan. Gero eskua zidan estutu, hain luzaro ezen ez baitnekien nola askatu haren eskutik. Paper batzuk aztertu eta esan zidan: “Meursault anderea duela hiru urte sartu zen hemen. Zu zintuen sostengu bakarra.” Iritzi nion zerbait leporatzen zidala eta esplikatzen hasi nintzen. Ez zidan utzi: “Ez duzu ezer justifikatu beharrik, seme. Zuen amaren txostena leitu dut. Ezin zenituen are beharrak ase. Erizain bat behar zuen. Soldata apala duzu. Eta, gainera, zoriontsuago zen hemen”. Esan nuen: “Bai, zuzendari jauna”. Berak gaineratu: “Badakizu, lagunak zituen hemen, bere edadeko jendea. Beste garai bateko kontuak gogorarazi zitzakeen haiekin. Zu gaztea zara eta aspertu egingo zen zurekin”.

Egia zen. Etxean zegoela, amak niri begira isilik pasatzen zuen denbora. Zaharretxean sartu eta lehenengo egunetan, erruz egin zuen negar. Baina ohituraren eragina zen. Handik hilabetera, negar egingo zukeen zaharretxetik atera bagenu. Ohituraren eraginez beti. Horregatik ia ez diot azken urtean bisitarik egin. Eta baita ere igandea kentzen zidalako – hainbat esfortzu kontutan hartu gabe: autobusera joan, billeteak hartu, bi orduko bidaia…

ALBERT CAMUS

martes, 14 de diciembre de 2010

LETEREN DOKUMENTALA

Txabalada, hau ikusi behar da. Sautrelak egindako dokumentala Leteri eginiko bi elkarrizketa batuz. Ikusi beharrekoa, Asier Etxeberria anormal hori aguantatu behar bada ere.
Muxus

http://www.eitb.com/videos/cultura/literatura/detalle/562176/sautrela-ofrece-emocionado-homenaje-xabier-lete-en-euskera/

viernes, 10 de diciembre de 2010

alperET-ren hamarrak

Kostatu zait baino azkenen in det lista, ni que tuviera que escribir una tesis!!!! Hamar historio biltzeko komerikin nobela oraindik tipikogok ez jartzeko (extranjero, metamorfosis...). Hortxe dihoaz:

-El vellocino de oro. ROBERT GRAVES

-Seis cuentos morales. ERIC ROHMER

-Fundación. ISAAC ASIMOV

-El club de los negocios raros. G. K. CHESTERTON

-El gran dinero. JOHN DOS PASSOS

-El hombre delgado. DASHIELL HAMMETT

-Una pequeña historia de seguros. BERTOLT BRECHT

-El espía que surgió del frío. JOHN LE CARRE

-La madre de los monstruos. GUY DE MAUPASSANT

-La aventura equinoccial de Lope de Aguirre. RAMON J. SENDER

Muxuk denontzako

ET

lunes, 6 de diciembre de 2010

Hau da hau, ni entrada grazioso bat egiten, noiz eta juxtu Xabier Lete hil zaigunean, LLren poeta maitatua. Leteren inguruan LLri adarra jotea beti gustatu izan zait, nola kantatzen zuenarekin, bere apasionamendua, eta hori... baina trixte izango dugu gaur LL, eta ez noa adarrik jotera. Gainera, adar-joteez bestalde, aitortu beharrean nago, pertsonaje sinpatikoa iruditu izan zaidala beti, eta porsupuesto, egin diguzun gorazarrean aipatzen zenituen beste gaur egungo exkax horiek guztiak baino mila aldiz hobea, planeta ezberdinetakoak dira! Bueno, guzti-guztiak ere ez, Sarrionaindia beti izan baitut gustoko, nahiz eta gure gazte denboretan "modako" idazlea izanik nazka apur bat ere har zekiokeen, y tal; ipiniko dizuet halakoren batean bere mikroipuinetariko bat, oso onak dira eta. Dena dela, gaur eguneko euskal literaturaren panorama ustelean, zer esan...
Bo, sin más, gorazarre neuk ere (nahiz eta hurrengo berriro adar-joten ibiliko naizen), eta bihoa bere hautsa izarretara, eta bego bere itzala gure artean...

Satanderia

Libre te quiero, pero no mía

Oso ona zure entrada, satantxo txiki. Ha merecido la espera. Los comentarios se harán más tarde, nik oin, sinplemente, kantutxo bat jarri nahi nizuen, nada que ver con lo anterior, baina oso polita iruditu zait. Garcia Calvoren poema bat da, Amancio Pradak musika jarrita. Bide batez, indarkeria matxistapean hildako emakume guztiei dedikatuko diedana...
http://www.youtube.com/watch?v=cWkLibf4YmA&feature=related


F.G

POETAREN GORAZARREA

Ez daukat gorazarre asko egiteko ohiturarik aspaldian. Baina duela egun batzuk Spinozaren bat atera zitzaidan barrutik, eta gaur, Xabier Lete hil denez, beste hau datorkit burura. Badira urte batzuk aitarekin Juan Mari Lekuonaren txarla batean izan nintzela. Juan Mari, aitaren lagun -berak ezkondu zituen ama eta biak gainera- zen herri "gaixo" honetako jakitun handiena, hain zuzen ere literatura oralaren mundu askotan ahaztuan (ez bainaiz ari gaurko bertsolaritzaz, baizik beste zerbaitetaz). Eta berak esan zuen afirmazio tajante hau: euskal poetak izan daitezke onak, oso onak, edo Gandiaga. Nik ordea, beraren hitzak aldatuz, esango nuke: izan daitezke onak, oso onak, eta Xabier Lete.
Inoiz ez zaizkit gehiegi interesatu euskal poeta kaletarrak. Ari naiz Arestiri buruz, eta baita lehenago Lizardi eta Lauaxeta bezalako hibridoez. Eta nola ez gaurko panteoian dauden batzuez ere: Atxaga, Sarrionandia... Ni gehiago izan naiz "literatura oral" horren jarraitzailea. Literatura bat, hau da, mundu berezi bat, gaurko bertsolaritza eta "euskal literatura" deitzen den munstro fantastiko horren beste aldean dagoena. Xalbador, Lazkao-txiki, Manuel Lasarte (bizirik dagoen bakarra) dira munud eta mundukera horren gailurra, eta sublimazioa izan da Xabier Lete, kaletarra nahi bada, baina aldi berean atzeko guztien antologoa eta errota zaharrari tajuz eragin dion bakarra. Berak soilik idatz zezakeen Xalbadorren heriotza, non ematen den aditzera bizikera eta sentikera zahar horren antza:
Plazetako kantari
bakardadez josia,
hiltzen lihoa iruten
Bere barnean irauten
oinazez ikasia...
ikasia.
Xabier Lete ere bakarti hauetako bat genuen, biotz-bera, poesiaren hegoek antzaldatzen zutena aurrekoak bezala. Berari ere lotzen zaio, gainontzeko besteei bezala, poema eder horren hasiera: "Zure tristura nabari dut, keinu partikular gisan. Duintasunez hain tristea nola nahi zenuke izan".
Horrela ezagutu izan dut nik: triste, argal, hezurretan... borrokan beti bere gaitzarekin eta emaztearen gaitzarekin. Estoizismo permanentearen irudi, baina era berean mundu propio baten egilea, eta eskutik doana Cortázar maisuari ikusitako elkarrizketa batekin -danke, Fräu-, non beste poeta paregabe honek hitz egiten duen errealitatean biraka dabiltzan beste munduetaz, bere mundu arraroaz, beste aldera ere dagoen gizon bat bezala, bere eta gure mundu merke eta estuaren artean ateak irekitzen dituen horietako bat bezala. (Ai, Dantek bazekien mundu hauetan poeten eskutik soilik joaten ahal dela). Poetak-baina, badaki ez duela mundu horretako giltzarik; filosofoak baietz uste du, eta gainera ez dagoela beste mundurik, berak "sortua" baita dagoen mundu hoberena. Baina gai honekin ez dizuet matraka emango berriz.
Leteren mundua mundu tristea da, baina mundu bat, bere hizkera ezin egokiagoan (mundu horren arau abusrdoei zuzenki lotzen baitzaie) plazerra ematen duena. Zein hurrun dagoen poeta hau, poietes, el que crea no una obra de palabras sino las cosas mismas, gaur Durangoko ferian liburuak sina eta sina arituko diren hainbat eta hainbat sasipoetekin. Horiek, zeinak, Gil berak dioen bezala, bere pedalei begira doazen txirrindulariak baitiruditen. Bai, horrelaxe definitu zuen tuterarrak fenomeno bitxia: egungo euskal literatura deitzen dutena, alegia.
LL

Zuekin... ZIRKUA!

Arrats-on, neska-muttikuok!
Gure zirkuan baditugu leoiak eta tigreak, forzudoak eta pailazoak, magoak eta ekilibristak! Baina gaurko espektakulua malabaristekin hasiko dugu; zuekin... Andrés Ortiz-Osés, Txema Hornilla eta Franz-Karl Mayr! Ondo disfrutatzeko, utzi lehenik sarrera honetako bideo denak kargatzen, eta gero, disfrutatzera, has bedi musika!



Erdian daukazue Ortiz-Osés, El matriarcalismo vasco-ren idazlea, Deustuko Unibertsitateko filofofo hermeneuta, bene-benetako artixta! Eskumakaldean daukana, bere dizipulu Txema Hornilla, La ginecocracia vasca: contribución a los estudios del eusko-matriarcado egin ziguna, eta ezkerrean, pelotak eskuan, Franz-Karl Mayr, University of Portland-eko beste filofofo hermeneuta hermeneutikoa, Ortiz-Osés-en liburuan demaseko artikulutxo bat gehitutakoa! Has bedi espektakulua!
Gizakiok matriarkalismoa muin-munietaraino sarturik omen daukagu, diosku Ortiz-Oséstxok, eta euskaldunok, noski, gizakiaren alderdi ezkutu horren gordailu izan gara milaurtekotan zehar, in secula seculorum; begira nola burmuinaren zirrikitutan txertatuta daukagun, azaltzen digun "proceso evolutivo ontogenético" eta "proceso evolutivo filogenético"-en arteko paralelismoaren arabera:

"En resumen, se da una primera formalización afectiva o neurovegetativa de la realidad por el cerebro interno, a una posterior formalización racional a través de la estructuración del neocórtex. A partir de la endocrinología y de la psicosomática actual, Rof Carballo ha distinguido entre el primer contacto con la realidad a nivel nervioso-vegetativo (impresión de los sentidos y su afección) a través del cerebro interno-visceral o paleocórtex -predominante en el niño por su urdimbre constitutiva con la madre-, y un segundo troquelado discriminativo por el neocórtex de signo racional-consciente; mientras el primero nos relaciona con el mundo mágico social, el neocórtex ofrece una posterior formalización diacrítica. El caso es que una preponderancia de la urdimbre constitutiva y su fijación matriarcal conllevaría evidentemente la deflacción del yo (depresión), mientras que una unidimensionalización de las estructuras neocortiales coimplica una inflacción de lo racional. De este modo, la identificación con la Gran Madre (materia) nos castra con la oscuridad o ceguera (cfr. Edipo) por querer penetrar en el misterio hondo; pero la identificación con el Padre Celeste (espíritu) -que no es sino un querer volar demasiado alto- conduce a la ascesis autonegadora o autosacrificadora" (37 orr.)

Badakizue, "cerebro interno-visceral"-"inconsciente"-"matriarcal"-"vasco", eta "neocórtex"-"consciencia"-"patriarcal"-"indoeuropeo (indogermano)"! Eneeee, eta munduak euskaldunak eta beraien matriarkalismoa behar, paleolitikoaz geroztik sartu den zurrunbilo patriarkal suntsitzailetik irtengo bada! Eta giltza sekretuok, euskaldunok -baita beste guztiek ere, baina bereziki guk- non eta zerebeloan sartuta dauzkagu gainera! Baina hori ez da ezer, neska-muttikuok, euskaldunon munduikuskeraren beharra du munduak, hainbestean eze:

"Diríamos que nos encontramos ante una experiencia de totalidad -experiencia andrógina de lo uno y de lo otro, de lo masculino y de lo femenino, experiencia mandálica que nuestra civilización ha desterrado en nombre de la división, distinción y de la racionalización. Una tal experiencia religiosa de lo femenino-cósmico (culto de la magna mater) nos ofrece la vivencia profunda de la matriz envolvente femenina: 'el hombre que es por naturaleza analítico, fragmentador, racionalista de la realidad, debería hallar su plenitud en las formas de vida totalizante de lo femenino que actuaría en este caso como mecanismo compensatorio en la integración de su personalidad' -tal es la conclusión, que nos retrotrae a las cavernas de nuestros ancestros, de un investigador de nuestra actual realidad psicosocial (W. Ross)" (57 orr.)

Hara, noski, gizona razionala eta emakumea ostera "totalizante", usease, bestea, irrazionala, gizakiaren osotasuna betetzera datorrena, como la esposa del guerrero que lo acoge goxo-goxo en casa después de un arduo día de trabajo y vorágine racional, lo acoge en su "totalidad", en su seno, en el punto ese de calorcito-calorcito, para que el hombre se "complete", y no pierda el norte, es tan racional el pobrín... necesita un poco de irracionalidad de "la matriz envolvente femenina". Eta euskaldunok noski, matriz horren muinean gabiltza buelta ta buelta, mundua noiz etxera etorriko den itxaronean, zein goxo...
Baina hori ez da ezer neska-muttikuok, Ortiz-Osés-en errematea, bere ikerketaren konklusioak ikustear baikaude... baina horretarako, has bedi berriro musika, has bedi berriro festa!


"Sacando las conclusiones de nuestra investigación al respecto, podríamos decir que la preponderancia del arquetipo matriarcal vasco en su mitología no es sino proyección simbólica de la 'fijación' del vasco a la Madre, hecho reconocido por diversos psiquiatras y que explicaría, según creemos, tanto los aspectos positivos (comunalismo, naturalismo, participación místico-tribal, religiosidad, confianza en la vida, 'oralismo' de los txokos, constitución de fratrías) como los negativos (irracionalismo, conflicto con autoridad, miedo a la mujer-bruja y homosexualidad latente). El arquetipo matriarcal vasco, que se infiltra a través del inconsciente colectivo, presenta, de acuerdo con nuestro anterior estudio, una ambivalencia. En su nivel elementar, el arquetipo matriarcal vasco ofrece una sintomatología tanto a nivel mítico como real, de signo a la vez positivo (seguridad del vasco en las fuentes matriarcales de la vida, claramente perceptible a pesar de las obturaciones patriarcales al respecto) como negativo (temor a ser devorado, fijado, encadenado, agarrado o petrificado por la Madre). A su vez y a nivel de transformación, el mismo arquetipo aparece como positivo (el típico naturalismo vasco que encuentra su expresión en los 'basajaunak' como héroes legendarios de la naturaleza en paralelidad con las 'basandere' bajo la 'Señora de los animales') y negativo (las metamorfosis de Mari y sus númenes femeninos en animales negativos, el miedo a la bruja-mujer con sus filtros). Diríase, pues, que la propia omnipujanza del arquetipo matriarcal en la psique del vasco actúa ambivalentemente, o sea, a base de una valoración a la vez positiva (la madre buena) y negativa (madre-mujer-mala o bruja, presencia de una débil figura autóctona de 'ánima-sofía' inspiradora). Pensamos, finalmente, que esta ambivalencia interna al arquetipo matriarcal vasco está sobrealimentada por el proceso de parcial patriarcalización que, como es sabido, retroproyecta sobre los caracteres matriarcales originarios una visión desvalorizadora de ellos"

Toma morrallaaaa! Baina lasai ikusentzule maiteok, oraindik onena etortzear dago! To!:

"Al volver la vista al actual contexto sociocultural y político, pensamos haber aportado algunas claves fundamentales con que juzgar hermeneúticamente el presente crítico. En un momento en el que el tradicional patriarcalismo español se muestra benigno y democrático, sería bueno poder representar por parte vasca un matriarcalismo asimismo benigno. Para ello es preciso asumir la propia historia y prehistoria, pues sólo asumiendo la estructura psíquica tradicional, es posible obtener una identidad autóctona. La ocasión podría ser favorable. Sabemos que la estructura democrático-liberal, si bien representa una estructura patriarcal-racionalista (con su típico estatalismo, individualismo, abstraccionismo y competitividad fálico-agresiva), conlleva un perentorio elemento reganado de origen matriarcal: su intención democratizadora, 'igualitaria' y comunicativo-participatoria que ya entreviera Thompson en la propia democracia liberal ateniense, la cual, a pesar de su patriarcalismo racionalista o estatalista, recuperaba el viejo concepto matriarcal de la 'aequalitas' siquiera formal. Acaso este común elemento democrático-matriarcal pudiera servir de intermediador entre ambas estructuras respectivamente patriarcal-estatalista, basada en la categoría de Tönnies de la 'sociedad' (Gesellschaft) y matriarcal-comunista, basada en la categoría de 'comunidad' (Gemeinschaft). Pero, en cualquier caso, el necesario e inevitable proceso de racionalización en curso no puede entenderse sino como una racionalización de lo irracional, como una articulación de lo natural, como una asunción del arquetipo matriarcal inconsciente aunque reprimido (dentro y fuera) por el patriarcalismo reinante. Porque, tanto una agresión desde fuera como una represión desde dentro de esta estructura matriarcal-naturalista, provoca en el cuerpo social dentro y fuera un perceptible malestar. Precisamente el malestar de nuestra cultura"

Salto triple mortaaaall!!! Konturatuko zineten, neska-muttikuok, nola musika derrepentean geratu den; ez arduratu! Gure funtzioa apurtzera etorri zaizkigun gaxto batzuek dira, Teresa del Valle eta bere gortea (Joxemartin Apalategi zena euren artean), gure zirkuaren dibertsio amaiezina gustatzen etzaienak! Mujer vasca: imagen y realidad (1985) panfletuarekin datozkigu! Baina entzun entzun, nola mintzo diren karparen bestaldean, jendea gure funtziora sartu ez dadin... "se han utilizado como datos objetivos sobre la mujer lo que hay que considerar como construcciones culturales, cuyo análisis precisa de un tratamiento diferente" diote! Eta orain... Ortiz-Oséstxori buruz ari dira, ea zer dioten...

"parte en El matriarcalismo vasco (1980) de datos sobre mitología, terminología del parentesco y datos etnohistóricos, tomados en su mayor parte de Barandiarán y Caro Baroja. A partir de estos datos y desde un enfoque filosófico, defiende las siguientes tesis: primero, la existencia de una cultura matriarcal, en pleno auge en el paleolítico; segundo, la existencia de una fuerte aculturación, que tiene lugar en el Neolítico, por grupos con formas de organización del poder con características fuertemente patriarcales; tercero, la fuerte resistencia en la cultura vasca de los elementos que él llama matriarcales frente a la aculturación patriarcal, que llega principalmente por la religión cristiana y la romanización. Postula, finalemente, la existencia de una fuerte conflictividad derivada de la coexistencia de estos dos niveles, el matriarcal originario y el patriarcal superpuesto" (45 orr.), "En la sustitución del matriarcalismo originario por el principio masculino, caracterizado por el derecho, el culto solar, y la razón, es cuando Mari se convierte en maga y bruja, es decir en elemento negativo. Sin embargo, a pesar de la implantación de lo masculino, quedarán impresos en el sustrato más interno de la mente vasca una serie de valores a los que Ortiz-Osés denomina 'estrato psicomatriarcalista vasco'. Se caracteriza éste por cuatro elementos: naturalista, comunal, terráqueo y mágico (1980a: 103). Estos elementos matriarcalistas entrarán en conflicto con los patriarcales oficiales, manteniéndose entre ambos cierto equilibrio cuando no una cierta preponderancia de los primeros" (48 orr.)

Baina ze arraio, oraindik ez direla sartu! ze ari zarete gure zirkuaren espektakulua oraindik sartu ez direnei kontatzen, ez dugula kaxarik egingo! Zer diozue? Espektakulua martxan dago oraindik, gainera! Baina... hara! Ikus orain, neska-muttikuok, nola haserretu zaigun gure Franz-Karl! Noski, University of Portland-etik etorri zaigu bere espektakulua egitera, eta ezin egin, saboteatzaileak agertu zaizkigula eta! Gainera, hainbeste itxaron eta itxaron, itxura eskasxeagoa hartu du jada... Eman Franz-Karl, eman, merezi dute eta! Erakutsiezu zein den euskal hizkeraren hermeneutika ("Hermeneútica del lenguaje vasco"), hermesen argirik ez dute oraindik jaso eta! Azalduiezu ezjakin hauek nortzuk garen euskaldunok! A ze haserre aurpegia, Franz-Karl, baina egiguzu zure magia espektakulua, liluratu itzazu gure neska-muttikuak, segi beza musikak!


"Más antiguos que los demás pueblos europeos comparecen los vascos al pie de los Pirineos, y más antiguo que los demás lenguajes de Europa comparece el vasco o euskara. Lingüistas y filósofos están siempre todavía ante el enigma del lenguaje vasco, su origen y desarrollo. Sus comienzos nos remiten a la Edad de Piedra. Las palabras para cuchillo, arado y hacha remiten a la raíz vasca aiz, es decir, a la raíz de 'piedra'. Cabañas y casas de los vascos yacen a menudo sobre la ruinas de la Edad Megalolítica [sic]. Lo mismo sucede con el origen del pueblo vasco. La leyenda vasca hace del lenguaje vasco el lenguaje de Adán y Eva en el paraíso. Sobre si los vascos, tal como algunas teorías sostienen, tienen orígenes íberos provenientes de Africa, o bien proveniencia bereber que ha dejado su presencia en los monumentos del antiguo Egipto, o finalmente se trata de un pueblo emigrado desde el Cáucaso a través de Europa, en todo caso hay que reconocer que los vascos se asentaban ya al pie de los Pirineos antes de que las tribus arias de origen lingüístico indoeuropeo arribaran mucho después a la península ibérica. Nadie pudo realmente vencer o conquistar al pueblo vasco, ni los celtas, ni las legiones romanas de las que recibieron el nombre latino de 'Vascones', ni siquiera los godos y tampoco los moros o árabes. El propio Carlomagno sufrió una decisiva derrota en su retirada de una conquista española en el famoso valle de Roncesvalles, donde Rolando entró en combate con los vascos. Incluso cuando los vascos se encontraron más tarde bajo dominio español y francés, siguieron conservando o bien lucharon por su libertad, tal y como la historia del nacionalismo vasco, las luchas por la libertad vasca y los movimientos de independencia lo muestran hasta nuestros días. Guernica es el símbolo trágico de todo ello. Los vascos no han pasado jamás en su desarrollo histórico por una fase feudal, a diferencia de los otros pueblos limítrofes. A pesar de la asunción del cristianismo, no han tenido nunca un patriarcalismo religioso cristiano. Con su sentido innato de la libertad-en-comunidad o 'libertad comunal', así como con su autonomía en solidaridad, los vascos son los testigos de la más vieja democracia en el mundo occidental. Su expresión está contenida en los famosos 'fueros', o sea, en los llamados privilegios de autonomía regional, que, mantenidos por los reyes castellanos o franceses, representan una legalidad y justicias autóctonas, junto a una organización financiera y militar propia. Lo que el resto de Europa y América hubieran de conseguir mucho después y lentamente, o sea, tanto el ideal de la democracia como la libertad y la igualdad ante la ley, respeto a la persona y a la propiedad, forma comunal de votación y otros derechos humanos naturales, pertenecían a la tradición de la cultura vasca. No es un milagro que la antiquísima idea de los fueros juegue en los actuales movimientos de autonomía un papel especial. Incluso allí donde el vasco ha resultado portador de la industrialización y de la modernización, como ocurre en las provincias del norte de España, le han resultado intrínsecamente extrañas las ideas del capitalismo moderno von su división en clases y su ideología agresiva. Dominio y esclavitud son palabras ajenas al vocabulario vasco. Y lo mismo vale de la discriminación sexual; no existe como tal. Hombre y mujer obtiene los mismos derechos en la economía doméstica y en la familia (baserria)" (128-129 orr.)

Ja ja ja ja, magia borras! Zeltiarrak, erromatarrak, bisigodoak, arabiarrak, ris-ras, ya no hay más! Eta "fase feudal"-ik batere, ahaide nagusiak demokrata psikomatriarkalak baitziren, eta baita Aro Modernoko euskal oligarkiak ere, gazteleraz ez zekitenek parte hartu ezin zuten Batzar Orokorrak (hala ere, bertan euskal baserritar xume guztiek parte hartzen zuten, bai noski) "askatasun komunala"ren gordailua baitziren! Esplotaziorik ez da sekula euskal arkadian existitu, eta esklabuekin dirutzak egin zituzten euskal komertzio-gizonak ere, ris-ras, aquí no hay más, badakizue, "palabras ajenas al vocabulario vasco"! Eta diskriminazio sexualik ere batere ez, noski, ia-ia Batzar Orokorrak emakumeek egiten zituzten eta! Ezkontza-salmentak eta objetualizazioak ez dira gurean inoiz existitu, ris-ras, plis-plas! Hortxe baitzegoen eta baitago dena, gure matrize psikomatriarkalean gordeta, inguruan edozer gertaturik ere, aldaezin eta iraunkor... noiz entzungo ote du munduak euskaldunon turuta? ordurarte ez da bide zuzenera, amaren magalera itzuliko! tuuutururuuuuuuuuu! Baina... zer gertatzen da! Ez al dira oraindik bide okerrera sarturiko feministoideak zuzendu? ez ditu espektakuluaren lilurak konbertitu? Gaizki esaka dabiltza oraindik hor kanpoan! Maldizionea! Ea zer dioten...

"Existe a nuestro entender, en toda esta obra, un deseo de oponer dos culturas, una la oficial, extranjera, colonizadora, y otra autóctona, basada en una serie de principios radicalmente opuestos. Así, a la cultura patriarcal oficial se contrapone una cultura matriarcal basada en el principio de comunidad, originaria del País Vasco, y que subyace tanto en las manifestaciones culturales como en los mitos. Para aseverar esta tesis, el autor no duda en remitirse a la obra de Caro Baroja o Barandiaran, y mezclar en su análisis datos que provienen de la antropología, el psicoanálisis o hipótesis filosóficas propias. Con todos estos datos realiza una nueva lectura de Mari, comparándola con las diosas-madres de las culturas mediterráneas, que, junto con sus representantes en la tierra, las mujeres, sería los elementos claves de la supuesta cultura matriarcal vasca" (48 orr.)

Baina zer dio? berotuz doa, berotuz doa, lehertu beharrean dago!

"Con todas estas contraposiciones, mezcladas en un popurrí indescifrable, en el que mezcla en psicoanálisis con la pseudo-historia, pasa a hacer sus interpretaciones políticas. Resalta el dentro-fuera que sitúa lo de dentro (lo vasco) en un nivel superior y deja la responsabilidad de los problemas, de los conflictos, de la falta de entendimiento, siempre en lo de fuera. La raíz de este curioso ejercicio intelectual radica, como veíamos antes, en una construcción cultural: el personaje mítico de Mari. Éste se asocia a la creación jungiana del arquetipo de la Gran Madre, transvasándole sus características y permitiendo que a pesar de todas las influencias de fuera subsista este arquetipo, constituyendo por un lado en elemento diferenciador frente a otras culturas como la castellana o la catalana, y al mismo tiempo, una desviación producto de esas intromisiones que hace que hasta la Gran Madre se transforme en maga y bruja. Si todo esto es parte del inconsciente colectivo, ¿a quiénes de entre los vascos les ha tocado conservar, desde el Paleolítico hasta el momento actual, todo lo comunalista propio del matriarcalismo y de la Gran Diosa, y a quiénes les ha tocado el papel de recoger lo patriarcal y de transformar a Mari en maga y bruja? La cuestión queda abierta, y ahí está el atractivo a todo género de especulaciones y posibles especulaciones con ideologías y hasta partidos políticos" (49-50 orr.)

Arranopola! zerbait egin beharrean gaude, publikoa uxatuko digute eta! Ez dut ulertzen, ez al zaie ba "euskal matriarkalismoa" gustatzen, ez al da gustagarria? Zein aspergarriak diren, "errealitatea" eta "errealitatea" esaka, gure funtzioak ez al ditu libertitzen? Ez al da goxoago guri begira egotea? Noski, ez dute Hermes ezagutzen, mezua eta argia dakartzan jainko hegalaria, itxuren azpian dagoen benetako izatea azaleratzen laguntzen diguna! Ez dakite bere hegoekin zein urrun joan gintezkeen, nahi dugun lurralde guztietara, Paleolitikora nahiz Neolitikora, Eurasiara nahiz Ameriketako indiarrengana, baita Amazonen irletara ere! Baina beste sorpresatxo bat dugu zuendako, neska-muttikuok, ezen, Hermes ezagutzen ez baduzue, geuk aurkeztuko baitizuegu; zuekin... gure Hermes festalaria eta bere orkestra! Bueno, berez, berak bakarrik osatzen du orkestra, baina Hermes-en marabillen parte da hori, ikus nola irukoizturik datorren, jantzi ezberdinekin gainera!


Eta orain badatoz Ortiz-Osés eta Hornilla (gaixoa, oraindik kasurik ere ez diogu egin, dizipulua baino ez da eta...), kontraposizioen eta -justifikazio beharrik ez duten- dikotomia magikoekin, kritikatzaileak deuseztera! Has bedi azkenengo musika, gure zirkua eternua izango dela deklaratzen duena, ziur baikaude inork ezingo duela hitz eta kontzeptu dikotomikoen magiaren lilura ekidin, denek goraipatuko gaituzte azken kolpea eta gero! Gertatzen dena da, hain sarrera luzea egin eta gero, gure protagonistak apurtxo bat zahartu ere egin direla jada, baina tira, horrelakoa da zirkua, denetik pasa liteke...



Drin-dran, drindrilin-dran, alde batean bata, bestean bestea, dikotomizazio eternala, betierekoa, beti eta lekuoro, berbera mantentzen dena! Dena resistitzen du, errealitatea nahiz fikzioa, historia, soziologia, antropologia, politika... bukatzeko, kontzeptu dikotomiko forzudoen espektakulua! Lehenik Ortiz-Osés-ek harrituko gaitu, eta gero, maisuari jarraiki, TxemaHornillatxo-k!


Ez al da liluragarria? Onena "Lo oral-asuntivo (txokos) / Lo anal agresivo" iruditzen zait! Jajaja!, eh?, ulertzen?, lo matriarcal la chupa, lo patriarcal da por el ano! Jejeje... eta "Catolicismo (la Iglesia-Corporación) / 'protestantismo' (racionalización)"? hm? ¿a qué huele? Estos de Deusto... Eta TxemaHornillaren 4. puntua? "Excesiva indulgencia maternal. Infantilismo, inmadurez crítica / Racionalidad, civilidad, crítica y culpabilismo. Técnica, ciencia". Bua, bua, bua...

Hartu hartu, eraman papertxoak etxera, neska-muttikuok, instruitu zaitezte gure dotrina matriarkal "iraultzailean"... Hurrengorarte, eta ez ahaztu gure zirkua, itzuliko gara eta, badakizue, el "eterno retorno"!
Satan-feria