martes, 18 de enero de 2011

NI PEQUEÑO SALTAMONTES, NI...

... Little Lamb.Hoy soy Escipión Emiliano, hijo de Escipión el Africano, que venció y aniquiló Cartágo en el 146 a. C, acabando así con tres guerras púnicas que casi costaron el cuello al pueblo y al senado romano. (Si me corto el pelo a lo latinus me parezco y todo.) Tomo esta personalidad momentánea para que comprendáis hasta donde llega mi victoria, mi imperium, mi potestas y mi felicitas (etimológicamente: recompensa al imperator). Pues, como en el caso de la batalla de "Garaikide", donde salí vivo de milagro, en esta última de Religión Romana, creo haber vencido también.
Y no creais que me favorecían los númenes. Antes al contrario, los harúspices etruscos, los augures romanos, el oráculo de Delfos, la Sibila de Cumas... todos me daban por muerto una vez más. Según todos estos supersticiosos, no había atendido debidamente la Pietas -que según los Libros Sibilinos consiste en "empollare"-, y eso me hacía causante de una Prodigio (una calamidad). Se exigiría mi inmolatio, pues sólo así se purificaría el sacrilegium. Sería yo, uno de los míticos escipiones, "homo sacer": aquel que ya está enteramente del lado de los dioses y, por eso, cualquiera puede matar. La soledad y los hombres y mujeres harían el resto, y como Belerofonte enloquecido por los dioses, el que ha cometido la hybris, la desmesura, causar la envidia de las divinidades, acabará de muerte ignominiosa.
Mas, nuestros últimos informes indican que no ha sido así Condesa maittia, deberás seguir buscando a algún otro dios en tu panteón de deidades infernales. Yo creo, Frau, que ni haciendo un muñeco voodoo y clavando mil alfileres puedo pencar ya. Soy como tú. Ya no eres la única. Yo también arrastro la maldición de los invencibles. Juas, juas (es que si no lo escribo reviento)
LL

No hay comentarios: